Paseo de la Dehesa de Ágreda

Lugar emblemático, recorrido obligado en la villa de Ágreda, paseo arriba, paseo abajo, encuentros previstos e imprevistos... Si se elige bien la hora o la estación del año podemos encontrarnos rodeados de la mejor gente, en otras horas viviremos acompañados solo de los árboles y las luces tintineantes que alcanzan el suelo tamizadas por hojas de castaño de indias o por sus ramas peladas.
En "El tiempo es de color azul" se recorre este paseo con su punto de fuga que parece perderse en el tiempo literario.
En este bello lugar se destilan emociones de algunos de los personajes de la novela y se recorren vivencias de lo que pudo ser este paraje hace dos mil años, cuando celtíberos y romanos convivían en estas tierras, con un río Cailes que se desprendía de los "Ojillos" en su búsqueda de un cauce más  amplio hacia el Ebro.
La fuente sulfurosa fue parada obligada durante mucho tiempo para calmar la sed, compartir momentos y también, por qué no, mejorar la salud, porque hay buena medicina en los tiempos compartidos.
Agripina de Arégrada, Aunia de Buradon, Telekios, la habitaron hace dos mil años; María Coronel  y su hermana Jerónima la recorrieron hace cuatrocientos, y Selina Callizo y su madre, Sonia, pasean y la viven en presente.
Podemos abarcarla con la mirada lejana o detenernos en sus pequeños detalles como la corteza de un chopo o la textura del agua de ese río de dos cabezas con una, la más serena, durmiendo en los Ojillos.

El paseo también soporta inviernos solitarios alzando sus crujientes ramas a la espera de la savia primaveral.

Estas son algunas de las fotos de Sonia Callizo dedicadas a la Dehesa de Ágreda.


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